Recordamos un artículo de opinión de Juan José Millás en el diario El País donde se preguntaba si una sutileza puede ser brutal y sutil una brutalidad, poniendo como ejemplo las declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid en torno a la educación; esto fue escrito en septiembre, tres meses después, Aguirre parece no saber lo que es la sutileza y también aparenta no importarle, sus acciones, sus medidas impuestas sin escucha...tal vez se acercan más a la brutal brutalidad.
"¡Cuidado!
Juan José Millás 22 SEP 2011
¿Puede una sutileza ser brutal y sutil una brutalidad?
Sin duda. La andanada de Esperanza Aguirre contra la gratuidad de la enseñanza pública pertenece a este género paradójico. En política, la brutalidad sutil recibe también el nombre de globo sonda. Lancemos un poco de metralla y luego, si la reacción es muy fuerte, decimos que se trató de un lapsus, incluso de un lapsus linguae, que queda culto. La sutileza brutal desarma a sus víctimas, que no saben a qué carta quedarse. Una brutalidad sutil es que quienes pretenden acabar con el Estado provengan en gran parte de sus filas. Opositan, se apuntan a un partido, pillan escaño, se largan de excedencia y una vez fuera de la estructura, aunque con la carta del regreso en la manga, vuelven a entrar, en esta ocasión como termitas. La termita es un bicho sutilmente brutal. Durante años, solo aprecias de ella esos pequeños cerritos de viruta que hasta tienen su gracia. Es sutil, porque no se deja ver y es brutal porque te arruina el esqueleto. Cuando la termita asoma, el edificio se ha venido abajo. Otro ejemplo de brutalidad sutil es el de ensalzar por las mañanas las virtudes de los profesores para calificarlos de vagos por las tardes. O proclamar el martes que la enseñanza es una inversión fundamental para tratarla el miércoles como un gasto superfluo. La brutalidad sutil sume al oyente en la parálisis propia de quien recibe órdenes contradictorias. Rajoy, experto en sutilezas brutales como la de los hilillos de plastilina, echa pestes del impuesto sobre el patrimonio, pero no lo eliminará de ganar las elecciones. ¿A qué juega? A la termita, a sondear al electorado, que si no responde hoy a esta contradicción comulgará mañana con ruedas de molino. Las palabras de Aguirre sobre la gratuidad de la educación parecen eso, un montoncito de serrín. ¡Pero cuidado!"
La presentación de un juego, la jenga, que hizo Tomás Gómez días atrás a Esperanza Aguirre haciendo un paralelismo con el tratamiento recibido por los servicios públicos madrileños por parte de su gobierno regional, podría recordar la labor destructora de las termitas: primero degradan las estructuras construidas hasta que se desmoronan y destruyen para después, pasar a eliminarlas (los restos de estructuras y también, en los biotopos humanos, las termitas han de ser suprimidas), así que ¡cuidado!:
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