Solo la Pública garantiza la igualdad, tod@s en el mismo barco por nuestr@s derechos. Manifestación 22 de mayo en Madrid. Foto Akav. |
Otro artículo de opinión sintético, documentado y muy interesante sobre el porqué del recorte en la Enseñanza Pública, lo escribe Enrique Javier Díez Gutiérrez para El País. Nos señala que “… si durante años la educación
fue una causa social, ahora la conciben como un imperativo económico, al
servicio de la economía y de su competitividad… Las nociones de igualdad,
emancipación y democracia han sido remplazadas por un discurso de excelencia,
autonomía financiera y reducción de costes.” Porque la crisis es solo una coartada y los recortes pura doctrina ideológica:
“Las
reformas ‘neocon’ de Wert: ‘educación de desastre’ (El País, Enrique
Javier Díez Gutiérrez), 27 mayo 2012
Se está produciendo una mutación
en la concepción del derecho a la educación: si durante años fue una causa
social, ahora la conciben como un imperativo económico, al servicio de la
economía y de su competitividad.
Nos cuenta Noami Klein, en su
libro La Doctrina del Shock, que Milton Friedman, gran gurú y líder intelectual
del capitalismo de libre mercado, afirmaba que las inundaciones y la catástrofe
provocadas por el huracán Katrina en 2005 eran una tragedia, pero también “una
oportunidad para emprender una reforma radical del sistema educativo”: en lugar
de reconstruir y mejorar el sistema de educación pública de Nueva Orleáns,
entregar cheques escolares a las familias, para que estas pudieran dirigirse a
escuelas privadas. La Administración de George W. Bush apoyó sus planes y en
menos de 19 meses, en contraste con la parálisis con que se repararon los
diques, las escuelas públicas de Nueva Orleans fueron sustituidas casi en su
totalidad por una red de escuelas chárter, escuelas originalmente creadas y
construidas por el Estado que pasaron a ser gestionadas por empresas privadas
según sus propias reglas. De 123 escuelas públicas, sólo quedaron cuatro. Los
maestros y las maestras de la ciudad fueron despedidos. Algunos de los
profesores más jóvenes volvieron a trabajar para las escuelas chárter, con
salarios reducidos. La mayoría no recuperaron sus empleos.
Estos ataques organizados contra
los servicios públicos, aprovechando crisis provocadas para generar “tales
oportunidades de negocio”, es lo que Klein denomina capitalismo del desastre.
En España, el PP está aprovechando la “oportunidad” de la crisis para
consolidar el saqueo de la educación pública, siguiendo las propuestas de
Friedman de actuar con rapidez, para imponer los cambios rápida e
irreversiblemente. Estimaba que una administración disfruta de seis a nueve
meses para poner en marcha cambios legislativos importantes generando un estado
de shock en la población que facilite el “tratamiento de choque” del programa
de ajuste. Aprovechar momentos de trauma colectivo para dar el pistoletazo de
salida a reformas económicas y sociales de corte radical, pues se tiende a
aceptar esos “tratamientos de choque” creyendo en la promesa de que salvarán de
mayores desastres.
El ministro Wert ha iniciado así
una educación de desastre que apunta de forma persistente a recortar la
extensión del derecho a la educación pública para toda la ciudadanía. Apuesta,
como dice el profesor Viñao, por la exclusión de una cierta parte de quienes
han sido incluidos, en el último medio siglo, en el proceso de escolarización
creciente de la población. Mediante estrategias que están siendo reforzadas: el
endurecimiento de las exigencias para promocionar, fortaleciendo así el
carácter selectivo, incluso en los niveles obligatorios; la consolidación de
itinerarios o ramas paralelas a edades cada vez más tempranas; la segregación
en forma de grupos de clase según capacidades; el establecimiento de
diferenciaciones competitivas relevantes entre centros docentes de un mismo
nivel, etapa o ciclo obligatorio ―centros de excelencia, bilingües, etc.
Estrategias que se ven
acompañadas simultáneamente de la reformulación del principio de gratuidad,
mediante la extensión de los conciertos o subvenciones a la enseñanza privada,
la implantación de los cheques o bonos escolares, introduciendo sistemas de
re-pago, aduciendo que es necesario asumir la “responsabilidad” del coste real
de la educación.
Por otra parte, se busca también
consolidar y aumentar la diferenciación de las dos redes de educación. El
sector público centrado en atender a quienes sean rechazados por el sector
privado o no hallen acomodo en el mismo, y dar servicio en aquellas zonas, como
las rurales, que no son rentables para la iniciativa privada. Permanecerá así
la Educación Pública como una red subsidiaria de la privada, de cuya
financiación se desentienden progresivamente el Estado y las Comunidades
Autónomas, con progresivos recortes: reduciendo el número de profesorado e
incrementando el número de alumnado por profesor, las horas lectivas del
profesorado; la desaparición o reducción de programas de refuerzo o apoyo,
desdobles y atención a la diversidad, tutorías, módulos de formación
profesional, servicios de orientación o biblioteca, ayudas para adquisición de
libros de texto, comedores y actividades extraescolares, etc. Recortes
acompañados, ante la oposición de la comunidad educativa, de una campaña de
criminalización de toda protesta y de descrédito del profesorado y de los
sindicatos.
Mientras, se fomenta el proceso
de privatización educativa, mediante la cesión de suelo público o la
adjudicación directa a empresas de la explotación de centros públicos; la
creación de zonas únicas de escolarización (eliminando el criterio de
proximidad y de distribución equilibrada de todo el alumnado a la hora de la
matriculación), la ampliación de los criterios de los centros concertados para
seleccionar a su alumnado, el establecimiento de mecanismos para financiar
públicamente más tramos de la enseñanza privada como la educación no
obligatoria (la concertación de todo el Bachillerato) o las desgravaciones
fiscales para quienes lleven a sus hijos e hijas a colegios privados.
En paralelo se extienden medidas
de privatización de la red pública mediante la introducción de técnicas de
gestión de la empresa privada en la dirección y organización de los centros
educativos, con sus indicadores de resultados medibles, lo cual permite
establecer sistemas de “rendición de cuentas” y "rankings comparativos”,
así como la gestión “flexible” desde la dirección/gerencia de los “recursos
humanos” (facilitado con la actual reforma laboral) o el establecimiento de
fórmulas contractuales (contratos-programa) de “gestión por objetivos” y “pago
por resultados” para la financiación y sostenimiento de los centros (dar más a
las escuelas o al profesorado que mejores resultados académicos obtienen).
Medidas de comercialización que avanzan en la utilización de los centros por
empresas privadas que llevan a cabo actividades lucrativas complementarias en
horario escolar o fuera del mismo; el fomento de la financiación externa
(publicidad, alquiler de locales, patrocinio privado, máquinas expendedoras de
productos, etc.) que convierten al centro docente en un espacio más comercial
que educativo; la externalización o subcontratación de actividades
extraescolares, comedores, formación del profesorado, la evaluación de los
centros, etc.
Se está produciendo así una
mutación en la concepción del derecho a la educación: si durante años la
educación fue una causa social, ahora la conciben como un imperativo económico,
al servicio de la economía y de su competitividad. La formación y el
conocimiento se convierten en un bien privado, en una ventaja competitiva para
insertarse en el futuro mercado laboral. Las nociones de igualdad, emancipación
y democracia han sido remplazadas por un discurso de excelencia, autonomía
financiera y reducción de costes.
Debemos combatir este nuevo
neoconservadurismo desigualitario que nos inunda, reclamando un sistema público
de educación inclusiva que garantice el derecho a la educación de todos y
todas, que cubra la necesidades de plazas escolares de todo el conjunto de la población
y con la suficiente calidad en cada centro para que toda la población pueda
recibir el máximo posible de oportunidades en su aprendizaje y desarrollo
personal y profesional.
Todo esto no es posible con el
brutal recorte de los Presupuestos en Educación al que estamos asistiendo a
nivel estatal y autonómico de la mano de los últimos gobiernos. En cualquier
caso es imprescindible que se garantice la suficiencia de recursos para
afrontar las medidas planteadas, asegurando alcanzar el 7% del PIB en gasto
público educativo. Sólo así se podrá hacer realidad la mejora del sistema
educativo y el derecho universal a una educación de calidad en condiciones de
igualdad.
Ahora, más que nunca, es
necesario articular un amplio espacio de confluencia en la defensa de lo
público como garante de nuestros derechos sociales. Y en ese empeño, debemos
construir colectivamente un discurso sólidamente fundamentado que se
contraponga y contrarreste el lenguaje neorwelliano dominante de PP, que con su
ambigua retórica (libre elección de centro, gobernanza…) oculta intereses
neoliberales puramente mercantilistas, buscando convertir este derecho en una
oportunidad de negocio (mueve dos billones de euros anuales a nivel mundial,
según datos de la UNESCO), a la vez que perpetúa un modelo social
neoconservador segregador y excluyente, que refuerza los aspectos más
autoritarios, competitivos, academicistas y religioso-confesionales.
Nos jugamos el futuro de nuestros
hijos e hijas. Educación o barbarie, no hay neutralidad posible.”
"Con la Educación y la Sanidad no se juega", manifestación del 29 de abril de 2012 contra los "recortes sociales" en Madrid. Foto Akav. |
Buen Articulo, Escuela Bilinguen en Mexico DF
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