El siguiente artículo de opinión escrito por Enrique Tordesillas y publicado en nuevatribuna.es
recoge de forma resumida y, bajo nuestro punto de vista, bastante certera
algunos de los porqués sobre el recorte
del Gobierno en la Educación Pública; porque la crisis es solo una coartada:
Enrique Tordesillas | Colaborador
de El Periódico de Aragón y Radio Zaragoza
Esta ha sido, sin duda, la semana
de la Educación. Nunca la comunidad educativa había estado tan unida ni había
mostrado tanta firmeza contra la política decidida por un Gobierno. El día 22
miles de profesores, estudiantes, padres y madres de alumnos y ciudadanos en
general participaron en las movilizaciones que, por primera vez en la historia
de la democracia, convocaron todos los sindicatos representativos y en todos
los niveles educativos, desde infantil hasta universidad. El miércoles 23 el
ministro de Educación, José Ignacio Wert, vio como la Conferencia de Rectores
se negaba a acudir al Consejo de Universidades por negarse a debatir con ellos
la política de “racionalización del gasto”.
Es evidente que a nadie nos gusta
que nos recorten derechos o prestaciones que considerábamos consolidadas, pero
cuando estos recortes no son equitativos, se hacen al margen de las
instituciones y colectivos afectados y se quieren imponer hasta el punto de
negar, no solo la negociación sino incluso el diálogo, todo hace pensar que
estamos ante una operación de mayor calado.
Porque el problema, con ser
grave, no es solo que los recortes previstos supongan un deterioro apreciable
en la calidad de la educación y dificulten el acceso a la Universidad a quienes
carecen de recursos económicos, sino que, poco a poco se está configurando algo
que algunos sospechábamos desde el principio: la situación económica está
sirviendo de coartada para introducir cambios estructurales en los pilares
básicos del Estado del Bienestar. Por eso los dirigentes populares han pasado
de justificar los recortes en la necesidad de reducir el déficit a criticar el
sistema educativo por caro y de baja calidad, a hacerlo responsable de un
fracaso escolar achacable fundamentalmente al modelo productivo, basado en el
ladrillo, que propicio Aznar.
Sin duda hay margen de mejora
tanto en la calidad como en el coste, pero cuando el porcentaje del PIB que
dedica el Estado a educación, el 4,6, es inferior en más de un punto a la media
de la OCDE (y entre 1,5 y 2,2 con los países nórdicos), ¿qué sentido tiene
querer reducirlo hasta el 3,9? Esto supone ponernos al nivel de El Salvador o
la República Dominicana. ¿De dónde se va a recortar? ¿Qué modelo económico y
social se pretende?
Los conservadores y sus voceros
parece que han llegado a la conclusión de que la enseñanza en los años sesenta
no era tan mala, que, a pesar de formarnos en las aulas de 40 alumnos, las
personas de aquella época no hemos tenido problemas ni sociales ni laborales.
Se olvidan, interesadamente, de que entonces la sociedad española era mucho más
homogénea, que la enseñanza no era obligatoria hasta los 16 años, que solo el
35% de los niños y niñas estudiaban bachiller elemental (14 años) y que el
porcentaje se reducía al 25% en el caso del superior.
Con este modelo se renuncia a
utilizar la enseñanza como factor de equilibrio social. Ya se está poniendo en
cuestión la conveniencia de la educación infantil, de cero a seis años, justo
el periodo más importante para disminuir las diferencias por origen de clase
social, para equilibrar el punto de partida en la etapa de primaria. También la
escuela rural sufriría un fuerte retroceso y no tendrían cabida proyectos como
el de diversificación, que ha permitido rescatar del fracaso escolar a muchos
alumnos con especiales problemas formativos o sociales.
Es normal que la derecha y la
clase dominante no tengan ningún interés por disminuir las diferencias
sociales, al fin y al cabo su ideología implica una sociedad clasista. Con que
la enseñanza pública sirva para formar buenos eslabones del proceso productivo
es suficiente. Sus hijos, perpetuarán el dominio de clase formándose en la
privada.
Lo que no parecen tener en cuenta
quienes apuestan por el sistema de enseñanza de hace 50 años, es que sociedad
actual es mucho más compleja y exigente, que los puestos de trabajo requieren
más formación y más polivalencia y que el modelo educativo de la dictadura,
entre otras cosas, tiene mucho que ver con el retraso económico de España, el
débil modelo productivo, las dificultades para competir en productos con alto
valor añadido. Y la estrategia de competir en salarios tiene ya poco recorrido.
El ministro Wert aludía el
miércoles a la mayoría absoluta del PP para hacer lo que quiera sin consultarlo
con nadie. Es cierto que tiene los instrumentos legales para hacerlo, pero
carece de legitimidad al aplicar una política que ha ocultado en su programa
electoral. Sin embargo la ciudadanía, aunque carezcamos de instrumentos legales
tenemos toda legitimidad para oponernos
con todas nuestras fuerzas. Y estas, afortunadamente, crecen día a día.”
Manifestación en defensa de la Enseñanza Pública, Madrid el 22 de mayo. Gracias Cervantes, gracias Marea Verde. Foto Akav. |
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