Los últimos recortes impuestos en educación y sanidad han representado un espaldarazo a las medidas adoptadas en la Comunidad de Madrid en Julio del año pasado a través de las conocidas instrucciones del mes de julio. Hay que recordar que el escenario era diferente: el PSOE estaba aún en el gobierno y las variables económicas tampoco marcaban récords. Sin embargo se han generalizado al resto del estado sin modificaciones significativas. Lo que aconteció en Madrid huele a experimento.
Al comienzo de este curso se presentó la "joya de la corona" de la educación en Madrid: El bachillerato de excelencia, otro experimento. Este bachillerato surge de la loable intención de atender a los "mejores" alumnos, pero que, como un caramelo envenenado, contiene un alma de inspiración fuertemente neoliberal.
El concepto de "excelencia", nunca bien explicado, procede del mundo empresarial y representa en cierto modo un sinónimo de éxito (El concepto de "calidad" en la ley anterior a la LOE apuntaba en el mismo sentido). Es necesario investigar un poco en el mundillo de la jerga empresarial para encontrar alguna definición de excelencia, que aún así sigue siendo vaga. Un gurú de éxito en este mundillo es Tom Peters. Transcribo parte de un artículo de un apologeta de la excelencia sobre una conferencia de Peters:
El concepto de "excelencia", nunca bien explicado, procede del mundo empresarial y representa en cierto modo un sinónimo de éxito (El concepto de "calidad" en la ley anterior a la LOE apuntaba en el mismo sentido). Es necesario investigar un poco en el mundillo de la jerga empresarial para encontrar alguna definición de excelencia, que aún así sigue siendo vaga. Un gurú de éxito en este mundillo es Tom Peters. Transcribo parte de un artículo de un apologeta de la excelencia sobre una conferencia de Peters:
Tom Peters: La excelencia en los negocios en una era disruptiva
20 Febrero, 2009Tom Peters basa su estrategia para sobrevivir en la nueva era en la que nos encontramos en 11 verdades acerca del liderazgo, explicadas durante ExpoManagement 2004 en su conferencia: Business Excellence in a Disruptive Age.(Este artículo lo escribí en mayo 2004 para Noticias.com y lo había extraviado… lo publico de nuevo porque pienso que lo que nos contaba Tom Peters en 2004 sigue siendo válido hoy en día, para nuestras empresas)“If you don’t like change, you’re going to like irrelevance even less”.
Ya han pasado 4 días desde que terminó Expomanagement. Ahora empiezo a poder digerir todo lo que se dijo en el congreso, porque lo cierto es que tras asistir a las 11 conferencias de los principales “gurús” del management quedé completamente colapsada de información y nuevas ideas. Necesitaba poder sentarme a escribir y a hacer dibujos, para empezar a estructurar el caos que reina en mi mente.De las 11 conferencias, la que más me impactó fue la de Tom Peters. Me impacto no porque dijese a 3.000 personas (la mayoría hombres), que deberían ceder su poder a las mujeres directivas, ni porque nos estuviese chillando y “pegando broncas” durante un par de horas, sino por el revulsivo que supone asistir a una de sus conferencias. Acabas replanteándotelo todo y sales decidido a actuar para cambiar las estructuras convencionales.
La frase que lo resume todo:
("si no te gusta el cambio, menos te va a gustar la irrelevancia")
Las 12 verdades del éxito en los negocios, según Peters
- El talento es la Falta de respeto por la tradición.
- Pasión hasta la irracionalidad.
- Creer en “Qué es lo que estamos haciendo aquí”.
- No creer en los “comportamientos normales de la industria”.
- Obsesión por la “Acción”… y menosprecio hacia aquellos que “no lo pillan”.
- Velocidad endemoniadamente rápida.
Ir hacia arriba y hacia fuera.
- Odio a la burocracia (odiar a la burocracia con pasión).
- Orientación total hacia el cliente.
- Recompensar los errores.
- Castigar el triunfo mediocre.
- Coraje para luchar solo contra las fuerzas de la “sabiduría popular/convencional”.
- Clara comprensión del poder de la Marca.
Es la "letra pequeña" del concepto. No deja de ser curioso que en en este discurso de la excelencia se muestren tan a las claras el desprecio por lo igual y la exaltación de la diferencia, de la agresividad, del castigo al mediocre, de la velocidad y del progreso irracional e ilimitado. Deja explícita la orientación total hacia el resultado -¿el fin justifica los medios?-, exalta las visión mística del líder y subordina al resto a su liderazgo y al proyecto exitoso que pasa por dos puntos: fidelización del cliente -otro neologismo, por cierto- que tiene que comprar aunque no lo necesite ("vendemos sensaciones") y la derrota de la competencia. ¿Es esto lo que la escuela pública debe transmitir a nuestros alumnos?
El concepto de excelencia, como aquí se presenta, entronca íntimamente con las ideologías que abogan por cierta "ley de la jungla" como el Darwinismo social, surgido en el sXIX y que se fundamenta en la suposición de unos valores heredados y heredables no repartidos por igual en la población que es necesario afianzar en la inevitable lucha por la supervivencia (¿la "excelencia en los negocios en una era disruptiva" no viene a significar lo mismo?) de la que solo sobreviven los mejor adaptados. Este dogma tiene un corolario: los que han "sobrevivido", los que ocupan posiciones relevantes, son los mejor dotados para ello. Este darwinismo social, maladaptando las ideas de Darwin, que nuca lo suscribió, sirvió para justificar el clasismo victoriano, el colonialismo decimononico, las políticas de eugenesia y, en último extremo, las ideologías fascista y nazi.
Llegados aquí retomo la cuestión del bachillerato de excelencia. El argumentario, tremendamente reaccionario, que justifica su implantación se basa en ciertas críticas al sistema LOGSE proferidas por los gurús de turno, repetidas como mantras y coreadas por el profesorado más conservador: bajada de nivel, que "la escuela igualitaria impide el progreso individual de muchos alumnos" etc. No será aquí donde defendamos los fallos de esta ley y sucesivas ni las posturas dogmáticas de los gurús del PSOE, que también los ha habido. Lo que está en juego, en todo caso, es un modelo democrático de enseñanza y la igualdad de oportunidades garantizado por el acceso a un sistema público. No se trata de desperdiciar talentos, sino de ofrecer a cada cual lo que necesita más allá de esta cultura del éxito, de esta jungla intelectual, de este "tour de francia" de la enseñanza que genera un campeón y 200 fracasados. No es lo que perseguimos.
A todo esto recuerdo haber reaccionado a la proposición de de Aguirre solicitando "Excelencia para tod@s" en plena marea verde. No es que me arrepienta de haberlo gritado. Sé muy bien lo que pido, aunque no creo que se llame exactamente excelencia. En todo caso NUNCA este tipo de "excelencia".
El concepto de excelencia, como aquí se presenta, entronca íntimamente con las ideologías que abogan por cierta "ley de la jungla" como el Darwinismo social, surgido en el sXIX y que se fundamenta en la suposición de unos valores heredados y heredables no repartidos por igual en la población que es necesario afianzar en la inevitable lucha por la supervivencia (¿la "excelencia en los negocios en una era disruptiva" no viene a significar lo mismo?) de la que solo sobreviven los mejor adaptados. Este dogma tiene un corolario: los que han "sobrevivido", los que ocupan posiciones relevantes, son los mejor dotados para ello. Este darwinismo social, maladaptando las ideas de Darwin, que nuca lo suscribió, sirvió para justificar el clasismo victoriano, el colonialismo decimononico, las políticas de eugenesia y, en último extremo, las ideologías fascista y nazi.
Llegados aquí retomo la cuestión del bachillerato de excelencia. El argumentario, tremendamente reaccionario, que justifica su implantación se basa en ciertas críticas al sistema LOGSE proferidas por los gurús de turno, repetidas como mantras y coreadas por el profesorado más conservador: bajada de nivel, que "la escuela igualitaria impide el progreso individual de muchos alumnos" etc. No será aquí donde defendamos los fallos de esta ley y sucesivas ni las posturas dogmáticas de los gurús del PSOE, que también los ha habido. Lo que está en juego, en todo caso, es un modelo democrático de enseñanza y la igualdad de oportunidades garantizado por el acceso a un sistema público. No se trata de desperdiciar talentos, sino de ofrecer a cada cual lo que necesita más allá de esta cultura del éxito, de esta jungla intelectual, de este "tour de francia" de la enseñanza que genera un campeón y 200 fracasados. No es lo que perseguimos.
A todo esto recuerdo haber reaccionado a la proposición de de Aguirre solicitando "Excelencia para tod@s" en plena marea verde. No es que me arrepienta de haberlo gritado. Sé muy bien lo que pido, aunque no creo que se llame exactamente excelencia. En todo caso NUNCA este tipo de "excelencia".
¡Viva la Escuela Pública!
Diógenes, el perro del maestro.
Con los Institutos bilingües, los alumnos no adquieren,ni conocimientos científicos ni el ingles necesario para las relaciones sociales.
ResponderEliminarGracias al pp, que es lo que quiere, menos educacíón en la sociedad, para que las personas con más capital, no tengan competencia ninguna a la hora de buscar un trabajo digno.