Interesante reportaje elaborado por Quino Petit para el diario El País y publicado el jueves 12 de enero:
Vuelta al cole, vuelta a la lucha. Mañana regresan a las aulas no universitarias ocho millones de españoles. El 70% de ellos cursan en la escuela pública. Su colectivo de profesores es uno de los más afectados por los recortes realizados en varias comunidades autónomas. Siete docentes de la enseñanza pública nos cuentan qué significa hoy ser profesor. Esta es su vida.
José Ángel estaba convencido de ser un profesor. Así le consideraban sus alumnos y compañeros. Así constaba en la credencial que le facultaba para impartir clases de matemáticas en el centro de personas adultas (CEPA) de Villarejo de Salvanés (Madrid). Aquel documento mencionaba una salvedad: su contrato era de sustitución y no de vacante, tal como debería figurar conforme a su posición en la lista de interinos. Pero, salvedades al margen, José Ángel estaba convencido de ser un profesor.
Preparaba sus clases por las mañanas. Tras el almuerzo entraba en las aulas del CEPA de Villarejo con la ilusión de que sus alumnos de secundaria, la mayoría reenganchados al sistema educativo tras probar trabajos poco fructuosos, aprendieran algo de él. Más de uno enderezaba su vida tras volver al aula. Era más que suficiente para él. Creía firmemente en su capacidad para enseñar. Todo acabó el 30 de junio del año pasado. Fin de su contrato de sustitución. Tras las vacaciones estivales no le esperaría una plaza en otro instituto de la región. Le esperaba el paro. Un paro forzoso. Decretado institucionalmente.
La Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, gobernada por el Partido Popular, aprobó en julio unas instrucciones de inicio de curso que han supuesto dos horas lectivas semanales más (de 18 a 20) por docente en la enseñanza secundaria pública y la no contratación de parte de la plantilla de interinos (3.000, según sindicatos; 1.000, según Educación). Un ahorro de profesorado estimado por dicha consejería en decenas de millones de euros. José Ángel supo pronto al escuchar aquel anuncio lo que esperaba a un interino como él. Quedó fuera del sistema en septiembre. Hasta hoy. No lo lleva nada bien. "Al entrar en el centro de adultos fui uno más. Me creí que era un profesor. La Administración me ha hecho ver que no lo era. Me han quitado la autoestima. He sentido que no valía para esto".